Mariana Flores Melo - Cinco rincones muy bellos de Sicilia, incluido Corleone con su museo de la Mafia
La isla italiana de Sicilia es una verdadera caja de sorpresas. Algunas de ellas las encontramos en la costa, pero para otras hay que adentrarse en su interior.
Sicilia es la isla más grande del Mediterráneo por lo que definir una ruta y elegir qué lugares visitar puede ser complicado. La oferta es muy amplia y variada, pero hay ciertos puntos que son casi obligatorios en cualquier visita.
La bulliciosa y caótica Palermo, la elegante Taormina, Agrigento y sus maravilloso Valle de los Templos o la temeraria Catania, siempre pendiente del Etna y sus habituales erupciones o temblores, son algunos de los puntos más visitados de la isla, pero a esta lista hay que añadir algunos otros rincones, menos conocidos y mucho más auténticos.
¡Apunta estas propuestas y no te pierdas nada en tu próxima visita a la isla italiana!
1. Monreale
Situado a tan solo 5 kilómetros de Palermo y conectado por autobús de línea, este pequeño pueblo es el complemento perfecto en cualquier visita a la capital siciliana.
Además de las impresionantes vistas que nos regala nada más llegar, la joya de Monreale es su Catedral y el claustro. En el exterior destacan sus torres, las puertas de bronce y la decoración de sus fachadas. Ya dentro, el oro de sus mosaicos nos atrapa de inmediato, destacando el Cristo Pantocrator en el ábside.
Después le toca el turno a al Claustro de los Benedetos. A este espacio cuadrado hay que dedicarle tiempo, ya que la decoración de cada una de sus 228 columnas es diferente. Aun se aprecian los colores que un día cubrieron la piedra lo que, junto a los múltiples detalles de sus elaboradísimos capiteles, ayuda a que no nos cansemos de admirar la belleza de cada uno de ellos.
2. Erice
Después de recorrer las calles de Trapani repletas de palacetes señoriales y de asomarnos a su puerto de pescadores, llega el turno de subir más alto. A la pequeña localidad de Erice, situada en lo alto del Monte Giuliano (a unos 751 metros) se puede llegar por una sinuosa carretera o por un cómodo funicular que te permite disfrutar de unas vistas de impresión. A medida que va subiendo aparecen ante nosotros las salinas y sus diferentes tonos junto a la línea que forma la ciudad, después el mar salpicado de las islas cercanas, las Egadi.
Una vez arriba, nos recibe Erice, un precioso pueblo medieval de calles empedradas (todas en cuesta) que nos llevan hasta la parte más alta, en la que destaca su castillo. Por el camino, tiendas de recuerdos en las que la cerámica típica es la protagonista. También pastelerías con las que animarte la subida. La más famosa es la de Maria Grammatico, donde degustar algunos de los mejores cannoli de la isla o sus pasteles de mazapán.
3. Caltagirone
Ponemos rumbo al interior para conocer uno de sus rincones más bonitos y auténticos. Este pequeño pueblo es conocido como “la capital de la cerámica”. Algo que se entiende a la perfección no solo con admirar las muchísimas tiendas que muestran sus creaciones, también por uno de los lugares más visitados, su escalinata de cerámica.
La escalinata de Santa María del Monte está formada por 142 peldaños, cada uno con una decoración distinta. Se construyó a comienzos del siglo XVII para unir la parte antigua con la nueva, debido a lo mucho que creció la ciudad durante el Renacimiento.
En la subida nos vamos encontramos algunos de los edificios más señalados como la Iglesia de Santa María del Monte en la parte más alta, el Palazzo Reburdone, la Iglesia de San Giuseppe y el Palazzo del príncipe Bellaprima o dell’Aquila, (edificio que actualmente acoge al ayuntamiento).
4. Triángulo Barroco
En esta ocasión no es solo un pueblo, sino tres. Noto, Ragusa y Módica forman el conocido Triángulo Barroco. Noto es la más conocida de ellas (sobre todo desde Chiara Ferragni la eligiese para celebrar su gran boda). Hasta Ragusa hay que llegar para ver su catedral, un gran “tarta” de varios pisos a la que no le falta detalle. Y, por último, en Módica, ese pueblo que parece derramarse ladera abajo, habrá que subir 250 escalones para llegar a la iglesia de San Giorgio, barroca, como no.
Otro aliciente más para callejear por el inclinado Módica es un restaurante: La Osteria dei sapori perduti. Autentica cocina siciliana entre la que es muy, pero que muy, complicado elegir.
Pero además de estos tres pueblos que sirven como estandartes de zona sureste de la isla, hay otros pequeños pueblos que, menos conocidos, también merecen una visita. Scicli y sus playas, Rosolini y Donnalucata, ambos con una esplendida catedral barroca.
De entre todos, destaca Marzamemi. Un tradicional puerto de pescadores que cuenta con un pequeño pero coqueto centro histórico repleto de restaurantes en los que degustar uno de sus manjares, el atún.
5. Corleone
Para los aficionados del cine, esta es una de las primeras paradas. En la ficción, Corleone es el pueblo desde el que el protagonista de El Padrino, emigra a Estados Unidos. Y esta no es la única desgraciada relación del pueblo siciliano con la mafia, motivo por el que se le sigue conociendo en medio mundo.
Aunque las referencias a esta película son el motivo por el que muchos turistas aterrizan en la localidad, lo cierto es que no fue aquí dónde se rodaron las escenas italianas. El director prefirió otras localidades situadas en la parte noreste como Forza d’Agiro y Savoca, que también merecen una visita.
Pero si ya se está en Corleone, no hay que irse con las manos vacías. Se le conoce como el pueblo de las cien iglesias. Y no es una exageración, hay 101. Verlas todas es casi imposible, así que mejor apostar por las más sobresalientes: la de San Doménico, el convento de los Capuchinos o la Chiesa Madre, dedicada a San Martín y construida en 1382.
Además, otra visita interesante es el museo de la Mafia, en que se explica no solo su historia y la repercusión que sigue teniendo en toda la isla, también como trabaja el movimiento antimafia. Unas lecciones imprescindibles para comprender mejor la situación actual.
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