Mariana Flores Melo - El palacio portugués donde habitan ratas mutantes, según una leyenda

El centro neurálgico de la villa de Mafra es su imponente Palacio Nacional, la construcción en estilo barroco más importante de toda Portugal. Visitar esta residencia real es uno de los planes imprescindibles si estamos visitando esta región del país luso, pero más allá de su belleza arquitectónica, también podemos descubrirlo a través de las curiosas leyendas que esconde.

Una joya barroca

El origen del Palacio Nacional de Mafra lo encontramos en la opulencia del rey João V, apodado el Magnánimo. En el siglo XVIII, el monarca mandó a levantar este monumental conjunto arquitectónico en piedra caliza, formado por el palacio como tal, un convento y una basílica. El autor de este enorme proyecto fue Frederico Ludovice, quien se inspiró en los modelos italianos.

Como resultado, se creó un espacio de más de 38.000 metros cuadrados con más de 1.200 salas y más de 4.700 puertas y ventanas, que fue utilizado como residencia de verano de la familia real. En su interior, posee varias colecciones de pinturas y esculturas barrocas de origen portugués, italiano y francés, así como adornos e instrumentos litúrgicos y pinturas murales de importantes artistas portugueses.

En su espectacular basílica destaca un conjunto de seis órganos único en el mundo, además de dos carrillones de 114 campanas fabricados en Amberes en el siglo XVIII. Por otra parte, también merece totalmente la pena visitar su exquisita biblioteca con 83 metros de longitud y 40.000 valiosos volúmenes.

Desde fantasmas hasta ratas enormes

El Palacio Nacional de Mafra, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2019, no solo es famoso por su impecable arquitectura, ya que esta residencia real también esconde alguna que otra leyenda que atrae a los visitantes. Para empezar, se dice que los fantasmas de los trabajadores que murieron durante su construcción aún vagan por el edificio.

Y no solo eso, sino que hay una leyenda urbana que sostiene que en los túneles subterráneos del palacio habitan enormes ratas mutantes. Según cuentan, en los años 70 un joven soldado cayó por accidente a un agujero cuando estaba cazando palomas. Días después, cuando finalmente fue localizado, el muchacho no solo había fallecido, sino que había sido totalmente devorado por las ratas. Desde ese momento, se dice que gigantescos roedores corretean por el lugar, aterrorizando de vez en cuando a los visitantes.

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