Mariana Flores Melo - Una ruta por la Islandia de los volcanes en cinco cascadas maravillosas

A cuento de la erupción del volcán en La Palma, ya hemos hablado de unos cuantos destinos atractivos para el turista que persigue volcanes. Entre ellos siempre tiene que estar Islandia. Esta peculiar isla del norte de Europa es un tesoro natural lleno de contrastes. El suyo es un paisaje inigualable.

Formada por glaciares y volcanes, Islandia alberga también magníficos lagos y amplias zonas desérticas que poco recuerdan al resto de su territorio. Sus espectaculares accidentes naturales hacen de éste un país de visita obligada para los amantes de la naturaleza.

Lo más recomendable para visitar Islandia es alquilar un coche, preferiblemente un 4x4, para recorrer toda la isla, lo que nos puede llevar (al menos) una semana. Y todo ello, respetando el medio ambiente, pues se trata de un país muy celoso (afortunadamente) de sus tesoros naturales.

Más allá de sus volcanes y géiseres, lo que proponemos esta vez es una ruta por Islandia a través de cinco maravillosas cascadas, foss en islandés:

La Cascada negra la encontramos en el Parque Nacional de Skaftafell, al pie del volcán Vartnatjökull. Su pared está compuesta por unas llamativas columnas hexagonales. Sorprendente e impresionante. Cerca queda el lago, al que llegan los icebergs provenientes del glaciar más cercano.

En el río Jökulsá á Fjöllum, al norte del país, se puede ver esta impresionante cascada que tiene hasta 30 kilómetros de caída de agua. El contraste del terreno negro volcánico con la espuma del agua ofrece una imagen muy difícil de olvidar.

Es un impresionante salto de agua en el que es habitual ver un llamativo arcoíris los días soleados. Se encuentra en el sur de la isla y se pueden hacer rutas de senderismo por sus acantilados.

Con 60 metros de caída, esta cascada se puede ver y oír desde la carretera. Se encuentra en la zona sur de la isla, no lejos de Skógar ni de la cascada Skógafoss, en el recorrido del río Skógá.

Parte del Golden Circle, una zona interior de la isla, se trata de una doble cascada creada por un salto de agua que atraviesa la separación de las placas tectónicas que da forma al paraje. La doble cascada, que genera la ilusión óptica de que el río se sumerge en las profundidades de la tierra, se ha convertido en un símbolo de Islandia y en un referente del turismo sostenible.



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