Mariana Flores Melo - La isla poco visitada de Grecia donde Perseo le cortó la cabeza a Medusa

Arena blanca bañada por aguas turquesas, pueblos tradicionales de casas encaladas e interesantes leyendas mitológicas. La isla griega de Serifos es un lugar de ensueño, en refugio de paz en medio del mar Egeo que, por ahora, escapa a las aglomeraciones turísticas.

Tranquilos pueblos y relajantes playas

Al poner un pie en la isla de Serifos, el viajero sentirá de inmediato la serenidad de estas tierras. La puerta de entrada es el pueblo de Livadi, a donde llegan todos los barcos desde las otras islas de la zona o desde el continente. Se trata de la localidad más pintoresca de la isla, con sus casas blancas dispuestas alrededor de la cima de una colina.

Otras poblaciones que también merecen una visita son Panagia, una villa de montaña construida alrededor de una iglesia bizantina, y Koutalas un pueblo marinero rodeado de un impresionante entorno natural lleno de playas y cuevas.

Por otro lado, la escarpada costa de la isla está repleta de playas donde pasar una jornada de máximo relax. Por ejemplo, son buenas opciones las de Psili Ammos, Kalo Ampeli, Lia, Agios Sostis y Agios Ioannis.

Lugar de cíclopes y gorgonas

Además de las muchas actividades de naturaleza que se pueden hacer en Serifos, la isla guarda otro elemento igual de atrayente: su historia legendaria. Según la mitología, esta ínsula estuvo habitada por cíclopes, quienes se dice que construyeron varios de sus monumentos.

Pero eso no es todo, ya que este enclave es el escenario de otro relato mitológico. Un oráculo le dijo a Acrisio, el rey de Argos, que su nieto sería el responsable de su caída, de modo que encerró a su hija, Dánae, en el palacio. A pesar de ese cautiverio, Zeus, que estaba enamorado de ella, la dejó embarazada y esta dio a luz a Perseo.

Entonces, el rey los arrojó al mar metidos en una caja que dio a parar a las costas de Serifos. Allí los recogió el rey Polidectes, quien también se enamoró de Dánae y quiso deshacerse de Perseo. Por ello, el rey envió al joven a matar a Medusa, una criatura que convertía a las personas en piedra con solo mirarlas. Finalmente, con la ayuda de los dioses, Perseo logró matar a la gorgona cortándole la cabeza.

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