Mariana Flores Melo - El pueblo engullido por la arena que es una de las maravillas del mundo

El colonialismo fue uno de los acontecimientos más determinantes de la Edad Moderna (siglo XV-XVIII) y de la Contemporánea (siglo XIX). Este hecho tiene su máximo exponente en el reparto indiscriminado de África por parte de las potencias europeas del momento.

La incansable riqueza y la cantidad de recursos de este continente fue lo que hizo que Europa se fijara en sus tierras. Sin embargo, si algo hacía enloquecer a los colonizadores era el brillo de un material en concreto: el diamante. La búsqueda y explotación de este mineral precioso fue uno de los principales motores y ambiciones de los países europeos, los cuales crearon asentamientos e incluso pueblos totalmente occidentalizados.

Con este fin, nace el pueblo de Kolmanskop, en Namibia, una colonia alemana sede de la Consolidated Diamond Mines, compañía destinada a la explotación de diamantes. No obstante, este mineral es un recurso limitado, por lo que cuando se terminó, la localidad se sumió en un paulatino abandono hasta convertirse en día de hoy en un pueblo fantasma.

Kolmanskop, Namibia

La ciudad se encuentra en la costa sur de Namibia, en el interior de la infame Sperrgebiet (zona prohibida) y se levantó en 1908. Fue el hogar de numerosos buscadores de diamantes que llegaron a estas tierras en busca de fortuna y poder. Esto dio sus frutos hasta la primera Guerra Mundial, pues inmediatamente después la producción descendió notablemente. Por ello, y tal y como señala la editora de viajes Lonley Planet, la consecuencia fue su paulatino abandono tras la II Guerra Mundial, terminando en 1956.

A pesar de ello, durante los años que estuvo habitada la ciudad se convirtió en una verdadera ciudad alemana. Contaba con todo tipo de servicios: casino, escuela, hospital, salón de baile y verdaderas mansiones de estilo centroeuropeo. Además, se construyó hasta un ferrocarril que unía Kolmanskop con el puerto de Lüderitz.

A día de hoy, el desierto se ha hecho dueño y señor de este lugar donde la arena habita en las casas y se cuela por sus ventanas. Aunque, lo más impactante son los juguetes que se pueden encontrar todavía entre la arena en algunas casas, muebles perfectamente colocados en otras, y la bolera y el teatro que parece que nunca han cerrado. A esto se le suma la impresionante instantánea que ofrecen los edificios, en los que puertas, ventanas, mesas, sofás, etc. quedan cubiertos por el manto marrón del desierto.

Cómo llegar a Kolmanskop

Esta ciudad fantasma se ha convertido en una verdadera atracción turística, por lo que desde Lonley Planet explican como poder llegar hasta ella y disfrutar de este fenómeno único.

Si no se viaja en coche propio desde la República de Sudáfrica, el modo más sencillo de llegar a Lüderitz (punto de partida para Kolmanskop), en la costa sur de Namibia, es volar a Windhoek, la capital del país (cada semana llegan algunos vuelos directos desde Europa, pero la mayoría lo hace desde Johannesburgo). Después se puede tomar un avión de Air Namibia hasta el aeropuerto de Lüderitz, a 8 kilómetros de la ciudad.

Igualmente, Kolmanskop está a 15 minutos en coche de Lüderitz, en un desvío de la carretera B4. Las agencias de viajes organizan excursiones, pero también se puede ir en coche de forma independiente: hay que solicitar un permiso con antelación.

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