Mariana Flores Melo - Cinco razones para parar en Avilés cuando te acerques a ver las playas y montañas de Asturias

Asturias es un casi perfecto compendio de costas, playas, villas y montañas. Decimos casi porque acaso lo único que le falta al Principado son más horas de sol. Pero sí parece que Asturias tuviera un pacto con el diablo. Sólo así se explica tanta belleza en tan poco espacio.

Ya lo dice su lema turístico desde hace décadas: "Paraíso natural". Y ya sea mirando al mar o a la montaña, sus encantos son muchos. El turista llega básicamente buscando sus playas, sus pueblos marineros o de montaña y todo apoyado en su rica y generosa gastronomía.

Así, muchos conocen pueblos como Cudillero, Ribadesella o Taramundi; playas como Torimbia, Xagó o la del Silencio; y tesoros naturales como los de Muniellos, Somiedo, Redes o Picos de Europa. Pero Asturias tiene tesoros menos visibles, de aquellos que no suelen estar en la agenda del visitante.

Es el caso de Avilés, la tercera ciudad de la región, tras Gijón y Oviedo. De esta villa lo que más se conoce es su papel industrial y ese papel, precisamente, es el que da sombra a sus encantos. Tal vez no sea la primera disculpa para llegarse a Asturias, pero Avilés merece una parada si nos acercamos a conocer las playas y montañas del Principado. Estas son cinco razones para hacerlo.

No, no es el de Oviedo. Avilés tiene el casco antiguo más grande y mejor conservado de Asturias. Está declarado Conjunto Histórico Artístico desde 1955. Tiene uno y mil paseos, incluso bajo la lluvia porque encontraremos muchos soportales, especialmente en las calles de Rivero y Galiana.

Del siglo XVIII son el Palacio Municipal, la Plaza Mayor o los Caños de San Francisco. También hay algún edificio modernista como el teatro Palacio Valdés y el Palacio de Balsera. De sus iglesias, las de San Nicolás de Bari, la de los Padres Franciscanos y la de Sabugo. Y entre uno y otro edificio, terrazas en donde descansar entre culín y culín de sidra.

Es un parque público de estilo inglés situado en pleno centro de Avilés. Lo podemos cruzar dos o tres veces al día en lo que uno va y viene por la ciudad. Y es un lujo. Espléndidas alfombras de cesped, mucho arbolado... y al salir estamos ya en el casco viejo de la villa. No fue su mejor película, pero Woody Allen rodó aquí alguna escena de Vicky Cristina Barcelona.

Vale, no está exactamente en Avilés, sino en Arnao, en el concejo de Castrillón, a sólo 6 kilómetros. Peo este raro museo merece una escapada. Es una de las pocas minas submarinas visitables del mundo. Fue la primera mina submarina de Europa, con el primer pozo vertical de Asturias y la primera explotación de carbón en España.

Avilés ha rehabilitado el cementerio decimonónico y para mostrar sus tesoros han creado el Centro de Interpretación del cementerio de La Carriona. Es un camposanto más que curioso. Una exposición muestra enterramientos, panteones y arte funerario.

Pasa por ser, ahora mismo, el hito más famoso de la ciudad. Es lo que parece, un centro cultural y fue diseñado por el brasileño Óscar Niemeyer (es su única obra en España). Se levanta junto a la ría de Avilés. Resulta bien visible, por su color blanco y porque queda entre la villa y su puerto industrial. Es muy "fotogénico" y en sus salas siempre hay alguna exposición de sobrado interés.



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