Mariana Flores Melo - La isla de Galicia con un faro reconvertido en hotel: un increíble alojamiento para dormir entre las olas
En plena ría de Ribadeo, emerge del mar una pequeña isla rocosa cubierta de vegetación y conectada con tierra firme por un puente: la Isla Pancha. Allí veremos dos edificios, dos faros construidos con 126 años de diferencia, pero lo más curioso es que el más antiguo de ellos es a día de hoy un hotel, un alojamiento único para disfrutar de los bellos paisajes de esta ensenada natural en aguas del Cantábrico.
Un faro devuelto a la vida
La Isla Pancha forma parte del municipio de Ribadeo (Lugo) y la forman 1,1 hectáreas de terreno escarpado. Sobre ella, se construyó un faro en el año 1857, un edificio de planta cuadrada que sirvió como vigía para los barcos que navegaban en el lugar. Años después, ya en 1983, la atalaya perdió sus funciones con la construcción de un nuevo faro más moderno y de mayor alcance en la isla, una torre cilíndrica de franjas negras y blancas.
No fue hasta 2013 el antiguo faro volvió a la vida y se transformó en un increíble alojamiento turístico. Además, el acceso a la isla también se abrió al público para todo aquel que quiera disfrutar de estos impresionantes paisajes gallegos.
Dormir con el sonido de las olas
El alojamiento turístico de Faro Isla Pancha cuenta con dos apartamentos con una capacidad para cuatro personas cada uno y una zona de jardín individual. Las instalaciones disponen de un dormitorio doble, un salón con sofá-cama doble, un baño, cocina americana totalmente equipada y aparcamiento privado. Además, tanto para huéspedes como para todo aquel que quiera tomarse algo mientras admira las bonitas vistas de alrededor, hay un bar con una amplia terraza con una panorámica única de la desembocadura de la ría de Ribadeo y la costa asturiana y la gallega.
Poder pasar la noche en este enclave tan espectacular es toda una experiencia. Escuchar el sonido de las suaves olas por las noches nos invita a un sueño profundo, aunque también resulta interesante vivir de cerca el fuerte oleaje rompiendo en las rocas durante los meses de otoño e invierno. Durante nuestra estancia, nuestros únicos acompañantes serán las aves que sobrevuelan el lugar en su migración desde el norte de Europa y eligen la ría como lugar de descanso.
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