Mariana Flores Melo - Cinco pueblos españoles para vivir un cuento de Navidad

Frías (Burgos)

No hay cuento de Navidad sin castillo. Este de Frías, en Las Merindades, es una de las fortalezas más espectaculares de Castilla y León, encaramada como está sobre una roca, La Muela. En torno a él y a la iglesia de San Vicente Mártir se arremolinan, colgadas del precipicio, las casas de toba y madera que dan vida a la parte alta de esta ciudad que pasa por ser la más pequeña de España. Su puente medieval, con nueve arcos, sobre las aguas del Ebro, contribuye a su imagen de postal, de la que también forma parte el lavadero municipal, todo en piedra. Para dormir, la casa rural La Era de Vadillo tiene fama merecida. ciudaddefrias.es

Unha (Lleida)

Las altas montañas que rodean la Val d’Aran, en los Pirineos Centrales, forman una barrera natural que ha condicionado su propia historia. Casas de piedra, tejados negros y chimeneas espantabruxas se suceden en sus 33 pueblos, uno de los cuales es Unha, situado en lo alto de un montículo, con espléndidas vistas del glaciar. Por sus calles, donde apenas viven cien habitantes, parece que no ha pasado el tiempo. Dos visitas obligadas: la iglesia románica de Santa Eulària, con su torre octogonal, y el Museo de la Nieve, ubicado en una típica vivienda aranesa del siglo XVI. visitvaldaran.com

Ansó (Huesca)

El Parque Natural de los Valles Occidentales y el paisaje protegido de las Foces de Fago y Biniés envuelven este precioso municipio de la comarca de la Jacetania, a solo unos pasos de Francia, a orillas del río Veral. Su casco urbano, donde se funden piedra, madera y teja, es, con sus estrechísimas calles, uno de los mejor conservados del Pirineo Aragonés. Habrá que abrigarse bien para recorrerlo y conocer sus tesoros: el Torreón del siglo XIV que domina la villa y el Museo del Traje, que conserva la historia de su vestimenta tradicional. Para comer, migas del pastor. turismojacetania.com

Ochagavía (Navarra)

Una montaña coronada por una ermita románica, el santuario de Muskilda, destaca sobre el horizonte que dibuja la sierra de Abodi. Nos acercamos a Ochagavía, en el valle de Salazar, puerta de entrada a la Selva de Irati. Sus casas de piedra, con tejados a dos o cuatro aguas y separadas unas de otras por un espacio denominado belena o etxekarte, son su principal patrimonio artístico. Lo es también su puente medieval sobre el río Anduña. El 27 de diciembre, festividad de San Juan Evangelista, hasta aquí llega el Olontzero, popular carbonero encargado de repartir regalos. ochagavia.com

Bubión (Granada)

Ya lo dice su himno: “Bonito, alegre y rural, bajo el viejo Mulhacén, se parece a un Belén”. Su nombre quiere decir Tierra de Bueyes y su ubicación no puede ser más perfecta, en la falda sur de Sierra Nevada, haciendo equilibrios sobre el barranco de Poqueira, a 1.300 metros de altitud. Es uno de los pueblos más tranquilos -el primero de Andalucía en obtener la certificación slow- de las Alpujarras granadinas. Conserva su arquitectura tradicional, muy parecida a las construcciones árabes, con calles empinadas y casas con terraos de pizarra. En la zona es muy típico el turrón. bubion.es



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