Mariana Flores Melo - Una ruta enoturística por los curiosos barrios de bodegas en los pueblos de la Ribera del Duero

En la cultura española la tradición vinícola está más que presente. Con 67 Denominaciones de Origen, la fama de los vinos de nuestro país ha traspasado fronteras y ha enamorado a todo aquel que se ha llevado a la boca esta deliciosa bebida. Y obviamente, detrás de cada botella hay un complejo proceso de producción.

Todo empieza en los extensos viñedos que encontramos en muchos rincones del territorio nacional. Por supuesto, otro espacio fundamental son las bodegas donde se procesan los brebajes, y si hay un lugar donde se ha llevado este punto a otro nivel es en la afamada Ribera del Duero. Aquí se llegaron a construir auténticos barrios de bodegas, que, con una estructura más parecida a un conjunto de casas, se encargaban de guardar las barricas de vino en las profundidades de la tierra.

Algunos de estos lugares han quedado en desuso y permanecen inmóviles y ancladas en el tiempo, sin embargo, otras redes de bodegas subterráneas aún se encuentran en funcionamiento e incluso permiten visitas guiadas.

Atatuta

Tan solo unas pocas casas forman la pedanía de Atauta, en la vertiente soriana de Ribera del Duero, pero la cultura vinícola es enorme en la zona y se remonta hasta cinco siglos atrás. Esa tradición se ve reflejada en El Plantío, un conjunto de 141 bodegas excavadas en la roca que dan la sensación de ser una localidad vecina. La mayoría de ellas fueron construidas en XIX, pero presentan un excelente estado de conservación y se integran perfectamente en el paisaje.

En este territorio de encinas y vid, a 1.000 metros sobre el nivel de mar, Bodegas Dominio de Atauta elabora la deliciosa variedad Tinto Fino. Y es justamente esa situación geográfica la que explica la calidad de sus bebidas, la altitud permite que la uva madure de forma más lenta, armónica y equilibrada y el viento que corre por el valle reduce la humedad.

Si queremos adentrarnos en sus instalaciones y descubrir desde dentro esa tradición vinícola, la bodega realiza visitas guiadas en el lugar. “Pensamos que es mucho más sencillo entender nuestros vinos una vez que se conoce el entorno de donde nacen”, explican a 20minutos. De este modo, estos recorridos “consisten en mostrar el valle y el entorno de la bodega”. Esto incluye una visita a las instalaciones y el viñedo, parando en puntos clave como el mirador desde donde observar el antiguo barrio de bodegas o un cultivo de vid de 165 años de antigüedad.

Y por supuesto, el recorrido no podía acabar sin una cata de vino en la que comparar los diferentes estilos que salen de la bodega. Además, “los visitantes tendrán la opción de completar la cata con una degustación de quesos manchegos elaborados en Quesería 1605, una quesería artesana en Herencia, Ciudad Real”.

Sotillo de la Ribera

El pueblo de Sotillo de la Ribera puede presumir de contar con varias bodegas de gran prestigio y calidad. Una de ellas, la Bodega de Ismael Arroyo-Valsotillo, fue creada por una familia descendiente de viticultores desde varias generaciones. Bajo esa tradición centenaria, continúan criando sus bebidas en su bodega subterránea del siglo XVI en el cerro de San Jorge.

Esta colina se ve salpicada de pequeñas aberturas que se adentran en las profundidades de la tierra formando un complejo entramado de 470 metros de longitud. De este modo, en esas galerías reforzadas con arcos de piedra, descansas las enormes barricas a una temperatura constante de entre 11 y 12 grados.

“Acondicionamos la bodega para guardar las barricas donde se haría la primera crianza de ValSotillo”, cuentan. Todo ello bajo una filosofía clara: que todo el proceso de elaboración del vino fuera lo más tradicional y natural posible. Y así elaboran variedades de blanco, rosado, tinto joven y tinto con barrica, crianza, reserva y gran reserva.

Para conocer en persona todo ese laborioso proceso, la bodega organiza visitas por esas laberínticas cavidades, que podemos acompañar con una degustación de los exquisitos vinos que salen de las barricas. Y el público no es escaso, ya que hasta aquí se acercan amantes del vino de todas partes del mundo, “hasta 47 procedencias distintas”, detallan.

Moradillo de Roa

Prácticamente hay el mismo número de personas que de bodegas subterráneas en Moradillo de Roa, y es que frente a la cifra de 160 habitantes nos topamos con 157 antiguas cavidades ligadas a la producción de vino. Ese barrio enológico, conocido como El Cotarro, se esparce por todas las caras del cerro de la Iglesia de San Pedro formando hasta cuatro niveles diferentes.

Tras un intenso proyecto de renovación por parte del Ayuntamiento, estas bodegas han sido recuperadas y restauradas, de manera que el pueblo se ha convertido en todo un destino de enoturismo. Ahora, tanto los vecinos como los visitantes que llegan de todas partes pueden aprender sobre el recorrido de la uva, desde el pisado y prensado hasta su subida a las bodegas subterráneas, y por supuesto probar las variedades de vino que aquí se elaboran, tempranillo y albillo, una variedad autóctona.

Para ello, el propio Ayuntamiento realiza visitas a ese espectacular barrio de bodegas de 18.000 metros cuadrados y sus construcciones históricas. Y tal y como detallan, el recorrido con cata “incluye la degustación de nuestra cerveza de vendimia, vino natural El Cotarro, un aperitivo de queso de oveja churra artesano Del Vidal y pan de pueblo”, comentan.

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