Mariana Flores Melo - Los secretos de Estambul: una ruta en 4 díascon visitas al Gran Bazar, las mezquitas y paseopor el Bósforo
Estambul es un regalo para los sentidos. Es una ciudad que se saborea y se huele, y es que su rica gastronomía enamora a nuestro paladar, mientras que los aromas de flores y especias nos guían por su laberinto de calles. Es un lugar que también se escucha y se toca, con la llamada a la oración que resuena desde sus mezquitas y las suaves paredes de mármol que cubren sus edificios.
Esto lo sabemos de primera mano, ya que nos hemos desplazado hasta la ciudad más poblada de Turquía con el fin de vivir in situ una ruta llena de magia y magnetismo. Cuatro días con lo mejor de Estambul, tanto experiencias turísticas como actividades más locales (no te pierdas nuestro vídeo a continuación).
Un paseo por el Bósforo
La inmensidad del Bósforo es la encargada de dividir Turquía en dos y separar la parte europea de la asiática. Este estrecho marítimo de 30 kilómetros de largo conecta el Mar de Mármara con el Mar Negro y supone un buen punto de partida para adentrarse en el esplendor de Estambul.
Concretamente, en el Cuerno de Oro, el estuario que se adentra en la tierra y baña las orillas de la zona vieja y la nueva, podremos dar un tranquilo paseo en barco y unirnos al trasiego de buques que surcan las aguas. El resultado es una experiencia única con la que conocer la ciudad desde un punto de vista totalmente diferente.
Durante el recorrido no solo nos maravillaremos con los largos puentes que conectan las dos mitades, sino que podremos observar las imponentes mezquitas que asoman en el horizonte de Estambul y nos invitan a adentrarnos en las calles de la urbe para llegar hasta ellas.
Las imponentes mezquitas
La verdadera esencia de Estambul se alza en forma de mezquita. Estas impresionantes construcciones marcan el perfil de la ciudad y la dotan de un aura mística que nos atrapa por completo. Más de tres mil templos islámicos se levantan en esta tierra y adornan su cielo con cúpulas y minaretes.
Pero, sin duda, las más imponentes e icónicas de todo Estambul son la Mezquita Azul y Santa Sofía. La primera debe su nombre a los más de 20.000 azulejos de esta tonalidad que decoran el interior del edificio, a lo que se suman las enormes lámparas de araña que cuelgan del techo y las más de 200 vidrieras que iluminan el lugar.
Por otro lado, el símbolo más emblemático de la ciudad, Ayasofya para los turcos, se abre ostentosa ante nuestros ojos y nos regala una de las postales más icónicas de la urbe. Bajo su techo nos espera una imagen totalmente sobrecogedora, una inmensa sala de altas columnas y colosales cúpulas.
El bullicio del Gran Bazar
Un laberinto de callejuelas y tiendas se distribuyen ordenadamente dentro del caos del Gran Bazar. Este espectacular mercado cubierto esconde entre sus paredes 3.600 comercios, 64 calles y más de 20.000 trabajadores que nos ofrecen literalmente de todo: joyas, alfombras, dulces, telas, ropa, especias... Aquí el regateo es la ley y el idioma no es una barrera para las negociaciones, y es que los comerciantes no solo destacan por su dominio de las lenguas, sino que tienen el don de adivinar la nacionalidad del turista con tan solo un vistazo.
Perderse entre el bullicio y el intrincado entramado del bazar ya es toda una experiencia, pero aún nos queda una forma única y alternativa de conocer este mágico lugar. Recientemente, se han empezado a organizar tours que nos descubren el mercado desde un punto de vista totalmente diferente: desde sus tejados. Eso sí, se debe reservar con antelación e ir siempre acompañado por un guía debido al frágil estado de las estructuras.
Las mejores vistas desde la Torre de Gálata
Levantada en 1348 por los genoveses bajo el nombre de Christea Turris o Torre de Cristo, la actual Torre de Gálata nos ofrece las mejores vistas de Estambul. Esta impresionante obra arquitectónica de 66 metros de altura fue construida en el lugar de un antiguo faro de madera del año 528, y durante muchos siglos fue el edificio más alto de la ciudad.
A día de hoy, se presenta como una de las principales atracciones de Estambul, gracias a su terraza circular en la novena planta y su sobrecogedora panorámica de 360 grados. A nuestros pies queda el animado barrio de Gálata, con el Bósforo y la zona histórica de la ciudad como telón de fondo.
La vibrante calle Istiklal
Una de las zonas con más vida de toda Estambul es la calle Istiklal, una artería urbana de dos kilómetros de largo y ambiente cosmopolita. Esta vía está repleta de comercios, restaurantes, tiendas de dulces, galerías de arte, museos, cines y, sobre todo, un vaivén constante de personas que la recorren a todas horas del día con las prisas típicas de la ciudad.
Esta calle era históricamente conocida como la Gran Rue de Pera, y los vestigios de su pasado aún pueden observarse en sus arcadas neoclásicas, sus escondidos pasajes de bóvedas acristaladas y sus tiendas históricas. Y es que podemos encontrar pastelerías del siglo XVIII que a día de hoy nos siguen haciendo la boca agua con sus delicias turcas.
La calle desemboca en la plaza Taksim, un verdadero punto neurálgico de Estambul. Aquí podremos visitar la recientemente inaugurada Mezquita Taksim, así como el Centro Cultural Atatürk, un espacio donde locales y turistas pueden disfrutar del arte y la cultura del lugar en su máximo esplendor.
El Puerto de Gálata, el nuevo barrio de moda
Estambul sorprende por sus contrastes, por sus arraigadas tradiciones que conviven con la vida moderna y por sus edificios históricos que se entremezclan con las nuevas construcciones. Es una ciudad en constante evolución, que no olvida su pasado, pero que se trasforma constantemente y nos ofrece novedades como el recién restaurado Puerto de Gálata.
Se trata de una zona vibrante y concurrida, un nuevo eje urbano que combina cultura, gastronomía y una terminal de cruceros con una característica que revoluciona el perfil costero de Estambul: es totalmente subterránea. Esto nos deja un amplio espacio en la superficie ocupado por todo tipo de comercios, restaurantes, museos e incluso edificios históricos que han recuperado el brillo de antaño.
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