Mariana Flores Melo - Montes Obarenes, naturaleza y pueblos bonitos en la provincia de Burgos

Al noreste de la provincia de Burgos, en el Parque Natural Montes Obarenes - San Zadornil, las montañas se elevan por encima de los mil metros y aparecen rodeadas por hoces, desfiladeros y gargantas. Este territorio verde y diverso, a caballo entre los climas atlántico y mediterráneo, es el lugar ideal para hacer senderismo y airear cuerpo y mente descubriendo preciosos pueblos y rincones.

Antes de comenzar el viaje por los Montes Obarenes, se recomienda pasar por alguna de las dos casas del parque: una en Oña, en el extremo occidental del espacio natural, y la otra, al noreste, recibe el nombre de “La Metrópoli Verde” y da paso al Nueva York de los Bosques. En ambas muestran los infinitos planes que se pueden hacer en este pequeño paraíso.

Como si fuesen rascacielos, los pinos, los abetos, los tejos, las secuoyas, las hayas, las sabinas, los robles y otras especies forestales se alzan en la Metrópoli Verde y, al igual que en la capital del mundo, este bosque de bosques no duerme ni día ni de noche. Siempre hay alguien con los ojos bien abiertos ya sean ratones, búhos o lechuzas. Hay caballos, bicicletas eléctricas y senderos para caminar, pedalear o cabalgar horas y horas.

Haciendo frontera entre las provincias de Burgos y Álava, el embalse de Sobrón. El entorno no puede ser más bonito ya que, en esta zona, el río ha creado un desfiladero de enormes paredes verticales que muchas aves rupícolas han convertido en hogar. Se pueden visitar sus pequeños pueblos, recorrer los senderos, practicar la pesca o navegar.

El techo de los montes Obarenes se llama pico Humión. Arriba, a 1437 metros y junto a una cruz de hierro, se puede observar, a vista de pájaro, el valle de Tobalina, los montes Obarenes y la sierra de Arcena. El punto de partida para el ascenso es el pequeño pueblo de Orbañanos. Allí nace una ruta de 5 kilómetros que conduce a la cima. El ejercicio es intenso: hay que salvar un desnivel de 800 metros. Hay una veintena de rutas señalizadas que permiten adentrarse en cañones y bosques.

El español, uno de los idiomas más utilizados del mundo, empezó en los alrededores de Valpuesta. Primero fue la palabra oral y después, la escrita; la que recogió los monjes de la colegiata de Santa María de Valpuesta, artífices del cartulario más antiguo del país. Precisamente, la colegiata de Valpuesta es uno de los imprescindibles de este pequeño pueblo burgalés. También merece la pena visitar el Palacio Zaldíbar, la casa torre de Valpuesta y su antiguo molino, hoy restaurado.

Las piedras del monasterio de san Salvador, en Oña, guardan una parte importante de la historia de Castilla. La cuentan, cada verano, los vecinos en el Cronicón de Oña, una obra de teatro que narra las vicisitudes que vivieron los primeros reyes y condes de Castilla. Un paseo por Oña descubre al visitante numerosos monumentos: la iglesia de san Juan Bautista, el museo de la Resina, el hospital de santa Catalina y casonas de piedra con blasones que hablan de sus primeros propietarios.

Hace pocos meses que, en Silanes, una pedanía de Miraveche, se ha abierto un vía ferrata que promete grandes aventuras y buenas vistas a quienes se atrevan con ella. Con una longitud de 250 metros y un desnivel de 50 metros, sus dos puentes mono, el puente y el péndulo, le otorgan, en algunos puntos, una dificultad K3. Los grandes amantes de la aventura con experiencia en escalada, tienen, a pocos kilómetros, las paredes del desfiladero de Pancorbo.

Lugar de paso obligado, a Pancorbo se le conoce como la puerta de Castilla y con razón. Por aquí discurre la vía Aquitania, el Camino de Santiago y también fue lugar de numerosas batallas. De ahí el patrimonio militar que atesora: hay restos de muralla y ruinas de fortalezas como el castillo de santa Marta o el fuerte de santa Engracia.

En el extremo sureste del parque natural, se encuentran estas dos localidades separadas tan solo por 6 kilómetros, una distancia que se puede hacer en coche o a pie, caminando por un tramo del sendero GR-291. En Encío, la preciosa iglesia románica de San Cosme y San Damián. Santa Gadea del Cid es uno de los pueblos más bonitos del norte de Burgos. Aquí parte el sendero de Bozoó, una ruta que conduce al único alcornocal de la provincia.



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