Mariana Flores Melo - Campos de lavanda en todo su esplendor: es el momento de visitar Tiedra, Brihuega y San Felices
Con su fragancia sencilla, fresca, clásica, intemporal, la lavanda es una de las plantas más conocidas y reconocibles en nuestra cultura. Valorada desde la antigüedad por sus múltiples propiedades, a lo largo de la historia los botánicos han identificado y descrito las diferentes especies, subespecies e híbridos de lavándulas. A éstas se añade un sinfín de “variedades de campo” a partir del siglo XX, más preparadas para satisfacer la importante demanda de esta planta.
Cuando pensamos en los hermosos campos de lavanda, que con su belleza asaltan nuestra vista y con su aroma nuestro olfato, nos viene a la mente la Provenza francesa. Es la imagen que durante muchos años hemos visto con asombro. Pero también en España se cultiva la lavanda.
La lavanda, su cultivo, crea un paisaje maravilloso, atractivo para el turista, al tiempo que genera un recurso económico en forma de esencias y perfumes. En al menos tres pueblos de España, más bien "vaciados", se han dado cuenta de ello. Son los casos de Brihuega, Tiedra y San Felices. Y julio es el mejor mes para conocer los campos de lavanda en todo su esplendor.
La floración de la lavanda es una de las grandes citas del verano alcarreño. Brihuega, conocida como 'El Jardín de la Alcarria', fue la pionera hispana hace ya 30 años. En julio, sus campos se transforman en un mar de tonos azulados y violetas, y los turistas acuden a disfrutar con el aroma y el espectáculo visual.
El cultivo de lavanda ha ido relegando al de cereal y ya hay más de 1.000 hectáreas en esta localidad de Guadalajara cubiertas por este manto morado. Son 250 hectáreas de lavanda (para alta perfumería, medicina y cosmética) y 700 de lavandín (lavanda y espliego para perfumería y decoración).
Durante el mes de julio, el centro de Brihuega se engalana con una decoración propia de lavanda y una completa programación que incluye mercado, visitas guiadas a las destilerías, talleres o conciertos, por los que pasaron cerca de 25.000 turistas en 2019.
Visitar los campos de espliego en los meses de verano es un espectáculo para los sentidos. Y eso también ocurre en esta localidad vallisoletana, cercana a la zamorana Toro y a Urueña (la Villa del libro), y no muy lejos de Wamba.
En julio, los campos de Tiedra se transforman en un mar de tonos azulados y violetas. En este pueblo vallisoletano han creado un centro de interpretación dedicado al mundo de las lavandas. Se trata de un recorrido por sus variedades, lugares y modos de cultivo, cómo se extraen los aromas o la presencia en nuestra cultura y costumbres a lo largo de la historia.
En edificio anexo a destilería dedicada a la extracción de aceites esenciales , se encuentra en las inmediaciones de extensas plantaciones de lavandas, contando además en su instalación con un campo de ensayo de variedades. Hay tamién una tienda dedicada a la venta de flores secas, jabones, saquitos, bouquets, aceites esenciales y artesanía.
Pero Tiedra, que lucha con imaginación contra la despoblación, tiene más. Por ejemplo, el Centro Astronómico (30.000 m2 dedicados a la observación de las estrellas -en la foto superior-), un centro ecuestre, el castillo, el Pósito, la Plaza Mayor y tres iglesias de interés.
Más modesta, pero igual de hermosa, es la apuesta de esta localidad soriana por la lavanda. Pueblo de la Comarca del Moncayo, el cineasta Roberto Lázaro lo retrata en su última película, Sanfelices.
Como ocurre en Brihuega y Tiedra, aquí, a los pies del Moncayo, la lavanda se encuentra a gusto porque aguanta las heladas del invierno y las sequías del verano. En este pueblo soriano, de apenas 60 habitantes, se cultivan 60 hectáreas de lavanda.
San Felices está encaramado sobre unas rocas, al lado de un profundo barranco por el que discurre el río Alhama. En su término está el Lugar de Interés Comunitario conocido como Cigudosa-San Felices, incluido en la Red Natura 2000.
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