Mariana Flores Melo - Turisme Carraixet o cómo convertir la huerta valenciana en destino turístico

El turismo es cada vez más diverso. Más allá de sol y playa, podemos hacer turismo rural, urbano, de museos, turismo solidario, turismo para ver las estrellas, enoturismo... Hay mil posibilidades.

Una de ellas es el agroturismo. Y es que a los urbanitas, especialmente a los urbanitas de segunda y tercera generación (esos que no tienen pueblo al que ir los veranos) les interesa conocer cómo son realmente esos lugares de los que salen los tomates, la leche y hasta el jamón.

El campo, la granja o los cultivos son cosas exóticas para muchos. Guiados por esa premisa en Valencia han decidido convertir su huerta en destino turístico. Es Turisme Carraixet.

"Hay parajes naturales, auténticas joyas paisajísticas, que han sido modeladas por la naturaleza durante millones de años. Pero hay otras donde la autoría se la debemos a la mano del hombre. Generaciones de agricultores que han sabido conservar hasta nuestros días un espacio único que cuenta la historia, en primera persona, de la cultura valenciana", dicen sus impulsores.

Carraixet, Turisme de l’Horta es la vitola con la que este destino, a dos pasos de la capital valenciana, llega a su primera temporada turística. "Valencia es hoy la única ciudad del mundo que tiene la suerte de disfrutar de un espacio agrícola periurbano", aseguran. Hablamos de miles de hectáreas, repartidas en pequeñas explotaciones, dedicadas al cultivo de hortalizas y cítricos. Huertos conectados por caminos y senderos que pueden servir, dicen sus responsables, para recorrer y desconectar de la ciudad.

Turisme Carraixet abarca una superficie de 23 kilómetros cuadrados que albergan los municipios de Alfara del Patriarca, Bonrepòs i Mirambell, Foios, Vinalesa, Albalat dels Sorells, Almàssera y Meliana. Su atractivo es un conjunto de cicloturismo, senderismo, gastronomía de la huerta y patrimonio cultural. La idea es que todo ello pueda complementar la visita a Valencia.

Su portal web incluye una propuesta de rutas cicloturistas, impulsando la bicicleta como el medio de transporte oficial de la huerta; el Club Tastem l’Horta, para enfocar los bares y restaurantes de la zona y las materias primas que recogen directamente de la huerta; y experiencias a pie de campo.

La entidad ha adaptado también un código ético para el turista: "Queremos apelar al sentido común y a la responsabilidad individual". Los puntos más destacados de este código son acudir a los enclaves con vocación de integrarse en la cultura de la huerta; respetar la actividad agrícola de la zona y comprender al agricultor; apostar por el silencio; mantener el entorno limpio; procurar seguir los itinerarios marcados sin salirse de los caminos; y compartir con respeto y educación los espacios comunes con ánimo de compartir una experiencia única.



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