Mariana Flores Melo - Poitou-Charentes: entre castillos, iglesias románicas, lagos y bosques en el oeste de Francia

HÉCTOR GONZÁLEZ

  • Futuroscope, la Ciudad de la Ostra en Marennes, el festival del cómic de Angouleme o las turísticas islas de Ré y Oléron son algunos  hitos de la región.
  • Poitiers resalta por el encanto de la amalgama de calles peatonales y comerciales, sazonadas por múltiples monumentos históricos.
  • Uno de los principales encantos de la región consiste en seguir el cauce del Charente o  sus afluentes y toparse con lagos como los de Montbron y Chassenon.

Castillo de La Rochefoucauld

Futuroscope, la Ciudad de la Ostra en Marennes, ubicada en el estuario del Seudre, el festival del cómic de Angouleme o las turísticas islas de Ré y Oléron constituyen algunos de los hitos más célebres de la región de Poitou-Charentes, al oeste de Francia, en la costa atlántica. No obstante, a esos motivos más consolidados para recorrerla se suman otros bastante menos renombrados, como las coquetas iglesias de estilo románico que despuntan en muchos de sus municipios, el teatro romano de les Bouchauds, que se ha mantenido prácticamente incólume desde el siglo I, o el cementerio de caballeros templarios en Ligné.

Vamos por partes y por orden de tamaño. Como las dos principales ciudades de este entramado de bosques, templos, castillos, lagos y remansos de paz y baño generados por el río Charente, emergen Poitiers y Angouleme. La primera, con alrededor de cien mil habitantes, y la segunda, con la mitad. Esa misma proporción se reproduce en su carácter monumental.

Poitiers resalta por el encanto de la amalgama de calles peatonales y comerciales, sazonadas por múltiples monumentos históricos. En particular por sus centenarias iglesias, por las casas de los gremios artesanos medievales o por el legado de Guillermo XI, conocido como el primer trovador y a quien se atribuye el estilo poético del amor cortés. En Poitiers compiten en rango monumental la catedral de St-Pierre y la iglesia de Notre Dame-la-Grande. Cuatro rutas señalizadas con líneas continuas en diferentes colores (azul, rojo, morado y amarillo) ejercen de sendas para visitar la localidad.

En el municipio natal del filósofo Michel Foucault sobresale el baptisterio de San Juan, del siglo V, afamado como el santuario cristiano más antiguo de Francia, con su enorme pila bautismal. La imponente iglesia de Notre Dame ofrece todas las ventajas para visitar y conocerla. Claros ejemplos de ello resultan los tres recorridos guiados gratuitos diarios en inglés y francés, folletos informativos de acceso libre en la entrada y discretos paneles explicativos en algunas columnas.

En el cementerio del diminuto municipio de Ligné pueden contemplarse las tumbas de 70 caballeros templarios Angouleme proporciona interesantes inspecciones por su antiguo castillo, hoy reconvertido en ayuntamiento. Ensalza la figura de su gran valedora, la duquesa Margarita de Angouleme, hermana de Francisco I de Francia, incluso en la vertiente gastronómica (dos de sus grandes especialidades reposteras son las 'marguerites'y las 'duchesses') y, sobre todo, adereza sus calles con murales y rostros de personajes de cómic. Hergé (creador de Tintín), por ejemplo, asoma con un busto de dos metros de altura en la calle bautizada con su apellido.

No en vano Angouleme organiza cada año el Festival Internacional del Cómic y cuenta con un museo consagrado a la historia de los principales personajes de este género de Francia y de EEUU. Asterix, Tarzán, Popeye, el citado Tintín, Superman o Lucky Luke constituyen algunos de los protagonistas. Quizás le falta recopilar también tebeos de otros países de Europa y ofrecer una atención más esmerada a los visitantes para alcanzar el rango cosmopolita del que presume.

Futuroscope

Y saltamos de las dos principales urbes de la región a su atracción turística más demandada: Futuroscope, el tercer parque temático francés con sus dos millones de visitas anuales.  Merece punto y aparte y dedicar un mínimo de un día entero a recorrerlo y disfrutarlo. Abre a las nueve de la mañana y cierra a las once de la noche. Puede aprovecharse cada minuto. Está ubicado a diez kilómetros de Poitiers y la entrada cuesta entre 34 y 39 euros, según el número de personas que formen grupo. Dispone de enormes aparcamientos y agradable área de picnic para ahorrarse las colas y los altos precios de sus restaurantes. Algunos espectáculos se realizan en el agua, aunque no resulta necesario ponerse bañador porque el visitante no se moja.

Entre las atracciones sobresalen las de 4D. Excelente la nueva de El Principito, también el espectáculo de luces y acrobacia de Los misterios de Kuba. Para disfrutar La máquina de viajar por el tiempo, el planetarium con Los choques cósmicos o La edad de hielo. Sin olvidar subir al Gyrotour y contemplar, desde 40 metros de altura. todo el parque entre foto y foto.

Los niños, principalmente a partir de 1,20 metros, pueden participar en numerosos juegos, como la didáctica carrera de bomberos con el objetivo de sofocar fuegos, las máquinas voladoras de Leonardo o el espectáculo del ilusionista en Imagic. Incluso en la observación de la vespertina competición de saltos de trampolín de Fly Splash.

Los propios trabajadores, sin necesidad de los impersonales y repetitivos audios, se suben al estrado para explicar cada atracción antes de que comience. Numerosa plantilla. Más de 20.000 personas ha empleado en 25 años Futuroscope. Las curiosas obras de arte en zonas ajardinadas o los 'puff' en áreas con césped suponen otras de sus muchas singularidades. Paciencia con las colas.

Cognac

Y un cuarto enclave principal con denominación internacional: Cognac, cuna del brandy elaborado con la uva que se recoge en esta comuna francesa de La Charente. Además de las numerosas bodegas que organizan recorridos guiados y explicados, resalta la puerta amurallada de Saint-Jacques, punto de partida de peregrinos del Camino de Santiago, y el legado de su personaje histórico más renombrado, Francisco I.

Una vez abarcados los primordiales enclaves de la región, enumeramos algunos menores en cuanto a tamaño aunque igual de interesantes y, sobre todo, poco transitados. Primer ejemplo, las iglesias románicas de Saint-Michel y Saint-Saturnine. Como en la mayoría de municipios, perfectamente acondicionadas y mantenidas, desiertas y abiertas al público para solitarias visitas admiradoras de su encanto. O las gabarras que parten de Saint-Simon. Por siete euros el pasaje, recorren hora y media con esclusa incluida en su itinerario fluvial.

O la llamada Ciudad de la Ostra, en la costera Marennes, con sus criaderos de este molusco en las marismas que lo sirven directamente en chiringuitos habilitados con este propósito y con barcos varados al bajar la marea. Cerca de las turísticas islas de Ré y de Oléron, perfectas para disfrutarlas con recorridos ciclistas.

Entre Angoulema y la zona costera emergen la localidad de Saintes, con su anfiteatro romano construido para albergar a 15.000 personas y con su arco de Germánico, y Rochefort, con la fragata Hermione de exhibición y sus antiguas atarazanas y arsenal.

Iglesia monolítica

Cambiamos de dirección. Viramos hacia el sur. Imprescindible adentrarse en Aubeterre-sur-Dronne y, principalmente, en la imponente y magnética iglesia monolítica de Saint Jean, la más grande de Europa escavada en roca. Recuerda a la del Santo Sepulcro, en Jerusalén.

Seguimos con impresiones fuertes. Ahora nos orientamos hacia el centro de la región. En concreto nos encaminamos al espectacular castillo de La Rochefoucauld, junto al río Tardoire. Construido entre los siglos XI y XVI, constituye una amalgama de varias épocas y estilos, con su enorme foso. Ya en este municipio, no olvidar una visita a la iglesia de St-Cybard (patrón de numerosas poblaciones de la zona), del siglo XII, con el estilo románico característico de la región.

Confolens, con su puente medieval, su festival internacional de danzas tradicionales en agosto y sus barrios con casas gremiales de los siglos XVI y XVII, también merece una parada. Al igual que Villebois Lavalette, con sus dos castillos, uno iniciado en el siglo XI y otro, en el XX. Sí, los hermanos Rhetoré se arruinaron con esta construcción en 1930. Un capricho de estilo versallesco. Los monumentos fortificados privados abundan en Poitou-Charentes, como el castillo de Balzac, donde vivió el prestigioso orador Guez de Balzac y lugar en el que llegó a hospedarse el temido cardenal Richelieu. Raugnac también cuenta con su castillo privado e incluso con una iglesia de propiedad particular.

Templos más visitables los constituyen el del bucólico municipio de Lichères, con sus esculturas de inspiración bizantina y pavimento interior del siglo XVIII; o la abadía de Lanville, con restos de frescos del siglo XI y tan accesible y solitaria como la de St-Amant-de Boixe, con sus 69 metros de largo, nave románica y coro gótico.

El cauce del Charente

Uno de los principales encantos de la región consiste en seguir el cauce del Charente o de alguno de sus afluentes y toparse con lagos como los de Montbron y Chassenon o con los puentes sobre el Touvre, en Magnac. Sin olvidarnos de dos de los tesoros enumerados en el párrafo inicial de esta crónica y que cuya descripción servirá para cerrarla. En ambos casos, sumergidos en el entorno boscoso y fluvial que caracteriza este espacio natural.

El primero, el cementerio de caballeros templarios de Ligné. En el centro del municipio y, tras abrir con sus propias manos la puerta de entrada, el visitante se encuentra ante esta necrópolis de 70 tumbas ornamentadas con espadas o estandartes. Un lugar tan silencioso como el imponente teatro romano de les Bouchauds. En la cima de una colina, y tras ascender por un recóndito sendero, puede disfrutarse de este bimilenario vestigio y sentir el magnetismo de la historia. Más de 105 metros de diámetro y graderío para 5.000 espectadores. En el término municipal de Saint-Cybardeaux. Oculto entre la naturaleza. De libre acceso. Como toda esta preciosa región del oeste francés.



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