Mariana Flores Melo - Seis rutas de campo tras los pasos de Miguel Delibes por los pueblos de Valladolid

Con los libros viajamos. Una novela es la entrada a nuevos paisajes que, inventados o no, renacen y se rehacen en nuestra imaginación. Los grandes escritores nos hacen viajar pero también nos abren el apetito por conocer esos lugares reales.

Es lo que pasa con Miguel Delibes, uno de los escritores españoles más leídos en el último medio siglo. Los lectores han viajado de su mano por los paisajes de su amada Castilla. Habrá sido una viaje de la imaginación, pero también habrá procurado las ganas de visitarlos "en realidad".

El escritor vallisoletano fue un apasionado del campo. Es conocida su faceta como cazador, pero Delibes también fue pescador y naturalista. Su discurso de ingreso en la Real Academia es un canto al uso del lenguaje en el mundo rural y una defensa del campo, la naturaleza y los seres propios de ella, que el novelista ya entreveía en peligro por el avance de los modos de vida modernos.

Como cazador, Delibes aprovechó cuantos días pudo para recorrer cotos, laderas, montes y páramos. En unas ocasiones, las partidas les llevaban lejos de casa, pero habitualmente, en jornadas de una mañana o poco más, la excursión se extendía a cualquier punto de la provincia de Valladolid que prometiera una buena aventura en ese día.

Todo eso, en realidad todo ese amor por la naturaleza y por la interacción con ella, está en las Rutas de Miguel Delibes por Valladolid, una iniciativa de la Diputación de Valladolid a partir de la obra del escritor. Las 6 rutas están basadas en 6 libros: Las perdices del domingo, Diario de un cazador, Mi vida al aire libre, El último coto, Con la escopeta al hombro y Aventuras, venturas y desventuras.

Estas rutas conforman una guía turística que nos invita a recorrer pequeños pueblos y comarcas vallisoletanos que muchas veces están fuera de las visitas turísticas habituales. En cada destino, Delibes encontró detalles de paisaje, paisanos, animales, plantas o costumbres del campo que trasladó a sus textos.

Las perdices del domingo

La ruta consta de cinco pueblos: Olmedo, Tordesillas, Villanueva de Duero, Villanubla y Villafuerte de Esgueva. Delibes los nombra en este libro como lugares de paso hacia otras regiones y provincias de España, como cazaderos habituales, como excusa para hablar de la climatología, para evocar su juventud… En ellos vuelve a descubrir la naturaleza, come con los amigos, ve ampliada la cuadrilla con algún hijo cazador, obtiene perchas exiguas, disfruta del campo.

Diario de un cazador

En este libro se mezclan pueblos reales (como los de la ruta) con otros más o menos inventados; paisajes que se pueden seguir pateando hoy. Los reales son: San Miguel del Pino, Villanueva de Duero, La Mudarra, Villavaquerín, Quintanilla de Onésimo y la propia ciudad de Valladolid.

Mi vida al aire libre

Con esta ruta, el viajero se va a conocer la provincia de punta a cabo a través de las dos zonas que más influyeron en Delibes: la que va desde Valladolid hasta Medina de Rioseco y la que agrupa los valles del Duero, Jaramiel y Esgueva desde la capital hasta Peñafiel. Aunque se hable mucho de caza, ésta es la más variada de las seis rutas.

El último coto

Es su último libro de caza. Realmente existió un último coto para Delibes: El Bibre, que comprendía entonces los términos municipales de Bercero, San Salvador de Hornija, Vega de Valdetronco, Marzales y Gallegos de Hornija, todos de Valladolid. Los páramos y laderas que se nombran en este libro son los últimos que pisó el escritor en busca de animales de pelo y pluma.

Aventuras, venturas y desventuras…

Se trata de un diario cinegético en el que el escritor cuenta sus salidas al campo en pos de las perdices de Quintanilla y Boecillo, los faisanes de Peñafiel o los raposos de Olmedo entre 1971 y 1974. Esta ruta va desde Olmedo hasta Peñafiel y, bordeando el Esgueva y el Duero, finaliza en Castromonte, ya cerca de Medina de Rioseco.

Con la escopeta al hombro

Quiso Delibes esperar a este libro para contar en dónde, cómo y cuándo cazó la primera perdiz de su vida. Se recorre esta ruta casi en línea recta, siempre a escasos kilómetros del río Duero. Quizá sea este el libro más puramente vallisoletano, en donde solo se nombran pueblos de la provincia: Pedrosa del Rey, Los Villaesteres, Serrada, San Miguel del Pino, Villamarciel, Boecillo y Villafuerte.



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