Mariana Flores Melo - Los valles del Roncal, Salazar y Baztan esconden frondosos bosques, cuevas y hoces
Pueblos al más puro estilo tradicional, completamente rodeados de naturaleza, y donde poder descubrir misteriosos y bonitos lugares, como cuevas, bosques encantadores y hoces, es lo que ofrecen las diferentes zonas y valles de Navarra.
Ejemplo de ello son los valles de Roncal, Salazar y Baztan, que poseen innumerables atractivos turísticos para el visitante y donde podrá disfrutar de un viaje completo.
Este valle está situado en pleno Pirineo, conservando toda la tradición ancestral, ofreciendo una gastronomía propia y contando con una naturaleza que no pasa desapercibida para los turistas. Posee siete pueblos, entre los que se encuentran Burgui, Vidángoz, Garde, Roncal, Urzainqui, Isaba y Uztárroz, tal y como indican en la web de turismo de Navarra.
Es el río Esca el que atraviesa este valle, dando lugar a algunos monumentos naturales, como es el acso de la foz de Burgui. También se pueden encontrar bosques, pistas de esquí de fondo, senderos de distintos desniveles, como el Camino de Zemeto, y cumbres elevadas, como la Mesa de los Tres Reyes, que es la más alta de Navarra.
En cuanto a gastronomía, destaca el queso Roncal o las migas de pastor. A estas tradiciones se une la cultura, por lo que hay museos, esculturas premiadas como el Mausoleo de Julián Gayarre, así como callejuelas, escondidos rincones y plazas floridas dentro de los pequeños y encantadores pueblos.
Entre ellos, destaca Roncal. Por sus calles empedradas en torno al río Esca, su iglesia parroquial, desde donde se contempla una bella vista del pueblo, la Casa Museo del tenor Julián Gayarre o su Centro de Interpretación de la Naturaleza son algunos de los atractivos que hacen la visita obligada.
Este otro valle también se encuentra en pleno corazón del Pirineo navarro y, entre sus pueblos, se puede hacer una ruta a lo largo del río Salazar, donde encontrar casas blasonadas de piedra y madera, con tejados a dos o cuatro aguas de teja plana y fuerte pendiente para que la nieve resbale.
Ochagavía es uno de los más pintorescos y típicos del Pirineo navarro, gracias a su puente medieval, sus callejuegas empedradas, el cuidado caserío situado a ambos lados del río y su imponente iglesia-fortaleza, cuyo interior guarda un interesante retablo renacentista de San Juan, tal y como indican desde la web de turismo de Navarra.
Destaca también la Selva de Irati, un extenso bosque lleno de colores, con infinitos senderos y ancestrales tradiciones, a los que se suman otros bosques de pino silvestre y hayedos, además de algunos robledales.
Se encuentra situado en las inmediaciones del Pirineo atlántico, siendo el más extenso de la zona, con 364 km cuadrados, tal y como indican desde la web de turismo de Navarra. A este valle pertenecen numerosos pueblos, entre los que se enumeran Oronoz-Mugaire, Arraioz, Irurita, Almandoz, Berroeta, Aniz, Ziga, Lekaroz, Gartzain, Elbetea, Arizkun, Azpilkueta, Erratzu, Amaiur-Maya y Elizondo.
Palacios y caseríos al más estilo tradicional de la zona, elaborados con piedra y que poseen grandes balconadas. A estos, se suman los monasterios y los puentes medievales que se elevan sobre los numerosos ríos de la zona.
Además de los ríos, en esta zona son incontables las rutas que se pueden hacer para disfrutar de la abundante naturaleza, los padros, las colinas y los bosques, a los que se añaden monumentos megalíticos o cuevas, que lucen como vestigios de tiempos pasados.
Rutas como la del Camino de Santiago de Batzan, la ruta de las brujas o el sendero de los contrabandistas, así como el mirador de del Baztan situado en Ziga, la estación de los dólmenes de Izpegi, los megalitos de Erratzu-Alduides, la casa Jaureguizar en Arraioz, el palacio-fortaleza de los Ursúa en Arizkun o los palacios de cabo de armería Jarola y Ascoa son algunos de los lugares que pueden encontrarse.
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