Mariana Flores Melo - Guía de viaje para una ruta en coche por Valladolid

No, no solo es lugar de paso. La plana Castilla de un paisaje de sólo tierra y cielo, místico y casi abstracto, también es destino para el viajero. Es el caso de la provincia de Valladolid, en la Meseta Norte, dentro de la cuenca del Duero.

Castillos, monasterios, iglesias, palacios, casas nobles, calzadas, puentes romanos... la provincia de Valladolid deslumbra por el inmenso patrimonio que atesora. Son casi 150 bienes declarados de Interés Cultural y diez conjuntos históricos artísticos: Medina de Rioseco, Medina del Campo, Alaejos, Rueda, Tordesillas, Simancas, Urueña, Villalba de los Alcores, Montealegre y Valladolid capital.

Valladolid fue capital de España y en la plaza de San Pablo aún suenan ecos de la Corte. En una esquina, el palacio de Pimentel, donde nació Felipe II en 1527; en otra fachada, el Palacio Real, la que fuera residencia de Felipe III y lugar de nacimiento de Felipe IV.

Frente a este palacio, la Iglesia de San Pablo, con fachada de estilo gótico isabelino. Detrás, el Museo Nacional de Escultura, con lo mejor de los escultores españoles de los siglos XV al XVIII, como Juan de Juni, Berruguete o Diego de Siloé. Otro museo de enorme interés es el Museo Oriental, un gran desconocido pese a ser, tal vez, el mejor museo oriental de España. Y ya puestos, el Museo de Arte Contemporáneo o el Museo Casa de Cervantes.

Hay más. El colegio de Santa Cruz, la primera fachada renacentista de España, allá por el siglo XV. Al lado la plaza de la Universidad, con el edificio de la primera universidad y su barroca fachada. Desde la misma plaza se alcanza la catedral, diseñada por Juan de Herrera hacia 1580 e inacabada. Donde acaba la catedral empieza la humilde iglesia de La Antigua, símbolo, ésta sí, de Valladolid.

Finamente, el Pasaje Gutiérrez, un rincón especial, un salto al siglo XIX, de cuando en Europa se pusieron de moda las galerías comerciales.

Ésta es tierra de vino. La de Valladolid es la única provincia española que acoge 5 denominaciones de origen: Rueda, Ribera del Duero, Cigales, Toro y Vinos de León. Sin duda, la más afamada, dentro y fuera es la Rubra del Duero. El año pasado The Washington Post recomendaba conocer la que llamó el Sonoma español.

Saliendo desde Valladolid hacia el este y bordeando el Duero llegamos a Peñafiel. Lo primero que vemos es su castillo. Se construyó entre los siglos IX y X sobre una loma estrecha y larga. El resultado es ese afilado barco que parece dispuesto a navegar por los viñedos de la Ribera del Duero. Hoy, el castillo de Peñafiel aloja el Museo del Vino. Hay que ver también la Plaza medieval del Coso, una de las más antiguas de España.

Hacia el sur de la provincia, desde la Ribera, vamos a Olmedo. Si queremos saber más sobre el arte mudéjar, que tanto se refleja en el castillo de Medina del Campo, es una buena opción pasar por el parque temático Pasión Mudéjar, en Olmedo. Cuenta con réplicas a escala de los mejores monumentos de este estilo, incluyendo los castillos de La Mota y Coca.

En las tierras donde se elaboran los vinos de Rueda, sus célebres vinos blancos, Castilla vivió algunos de sus momentos más decisivos. Lugares como Medina del Campo y Tordesillas nos lo recuerdan a cada paso.

Se encuentra dentro del territorio englobado en la Denominación de Origen de Rueda. Para visitar Medina del Campo, no hay nada mejor que seguir la Ruta de Isabel la Católica. Lo primero, el Castillo de La Mota. Aquí la reina pasó sus últimos días y dictó testamento antes de fallecer en 1504.

Podemos seguir por el Palacio Real Testamentario, el monasterio de Santa María la Real y la iglesia colegiata de San Antolín, otra joya mudéjar. El edificio que más llama la atención, es quizás el más modesto: las Reales Carnicerías, que era y es un mercado de provisiones.

Esta localidad vallisoletana fue residencia frecuente de varios monarcas, vio a Alfonso XI construir un palacio real y hospedó el conocido Tratado de Tordesillas de 1494, por el cual Castilla y Portugal se repartieron el Nuevo Mundo.

La Casa del Tratado de Tordesillas, que en realidad son dos palacios unidos, está declarada Bien de Interés Cultural. En Tordesillas es imprescindible visitar el convento de Santa Clara, antiguo palacio mudéjar de Alfonso XI.

Desde Tordesillas seguimos hacia el norte. La ultima parada, antes de volver a Valladolid, es Urueña. Esta villa, ubicada en un alto en mitad de los campos castellanos, es un perfecto balcón para apreciar este mar de tierra. Es un ejemplo de pueblo que se recicla y hoy es la primera villa del libro de España.

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