Once lugares para visitar a menos de una hora de Bilbao

En el siglo XXI, Bilbao está en el mapa del mundo gracias, en buena parte, a que se ha convertido en un emblema de la arquitectura contemporánea. Podemos disfrutar de su oferta arquitectónica, museística y cultural, pero también del ambiente de sus calles o tomar unos pintxos por su Casco Viejo.

La capital vizcaina ofrece por igual la posibilidad de hacer visitas culturales, disfrutar del ambiente de sus calles o perderse por los pueblos de sus alrededores. A esto último nos apuntamos esta vez con estos once lugares para visitar a menos de una hora de Bilbao.

Compite con Bermeo por ser el más bonito pueblo pesquero. Está situado sobre las laderas de los montes Otoio y Lumentza. Las calles del casco antiguo de Lekeitio nos ofrecen la oportunidad de disfrutar de un patrimonio artístico abundante. Merecen una visita el puente de Isuntza, la isla de San Nicolás, a la se accede a pie cuando hay marea baja, y el faro de Santa Catalina.

Bermeo es uno de los principales puertos pesqueros de la provincia y un municipio con abundante patrimonio cultural. Su línea de costa presenta abundantes acantilados y rocas como San Juan de Gaztelugatxe (famosa ya en todo el mundo por Juego de tronos) y las islas de Akatz e Izaro. En su costa hay pequeños entrantes como el que da lugar al cabo de Matxitxako.

Es el lugar con mayor diversidad paisajística y ecológica del País Vasco. Es un espacio natural formado por amplias marismas y arenales que dan cobijo a miles de aves. Una de las muchas maravillas de Urdaibai es la Playa de Laga, de 500 metros entre la desembocadura de la ría de Gernika y el cabo Ogoño.

En la margen izquierda de la desembocadura de la ría de Mundaka, este municipio es casi el paraíso para los miles de surfistas que lo visitan cada año atraídos por su famosa ola izquierda. En el casco urbano, el puerto es el centro. Merece la pena alejarnos hasta la ermita de Santa Catalina, un pequeño promontorio junto al mar, con espectaculares vistas.

Aunque permanece casi seco durante buena parte del año, en la temporada de lluvias o cuando la nieve se amontona en el hayedo, un Nervión recién nacido se lanza desde 300 metros de altura. La cascada se sitúa dentro del espacio natural del monte de Santiago, en el puerto de Orduña.

Llaman la atención los edificios escalonados que llenan sus calles: todos miran al mar. La calle Mayor del municipio está bordeada por viejos muros de piedra arenisca. Merece la pena la iglesia parroquial San Nicolás de Bari, dedicada al patrón de los marineros. Los muelles, construidos en 1783, hacen frente a los embates del mar y embellecen la estampa del municipio.

A unos 30 minutos del centro de Bilbao, Balmaseda es la villa más antigua de Vizcaya y un lugar perfecto para recorrer la comarca de Las Encartaciones. Destaca por su rico patrimonio cultural. Iglesias (San Severino y San Juan), palacios (de Urrutia y Horcasitas) y el popular Puente Viejo o de La Muza, con su torreón. Fuera del casco urbano, una de las rutas más concurridas lleva hasta la cumbre del Kolitza.

Desde Bilbao, hacia el interior de Vizcaya, llegamos a la mítica Guernica. Estamos en la población inmortalizada por el bombardeo alemán y el posterior cuadro de Picasso. Es obligada la visita a la Casa de Juntas y al Árbol de Guernica, bajo el que jura su cargo el lehendakari vasco.

En el precioso valle de Arratia, y arropado por la montaña más alta de la provincia (Gorbeia), nos encontramos con esta villa medieval, que presume de casco urbano. Los edificios más notables son el palacio Gortazar, el palacio Riscal y el propio consistorio, de estilo neoclásico. Areatza es punto de partida de numerosas excursiones montañeras por el Parque Natural de Gorbeia, un área de enorme valor paisajístico, cultural y natural.

Como sacado de un cuento, el Castillo de Butrón se levantó en Gatika a mediados del siglo XIII. Casi cien años después lo convirtieron en castillo y ya a finales del siglo XIX fue restaurado por el marqués de Torrecilla. Fue entonces cuando adquirió su aspecto germánico, clara influencia de los castillos bávaros del siglo XIX, y sus elementos de fantasía, como de película.

Si regresamos a Bilbao y nos hemos quedado con ganas de más mar, siempre podemos acercarnos a Sopelana, a sólo 24 kilómetros al norte de Bilbao, tan cerca que se puede ir en metro. Hay una playa de 750 metros rodeada de verdes acantilados. Es La Salvaje. A ella vienen los surfistas a probar sus famosas olas; los parapentistas, a lanzarse desde lo alto de los acantilados; y los curiosos, a mirar desde arriba (son muchas escaleras las que hay que bajar y luego subir).

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