Mariana Flores Melo - El río Béarn acuna un señorial remanso de historia y naturaleza en el Pirineo francés

HÉCTOR GONZÁLEZ

  • Orthez, Sauveterre, Navarrenx y Salies configuran un cuadrado casi perfecto en la geografía francesa.
  • El Puente de la Leyenda recrear cómo la reina Sancie sobrevivió al denominado Juicio de Dios.
  • Gastón VII ha pasado a la historia por su capacidad constructora, con emblemas en Orthez como la torre de Moncada o el llamado Puente Viejo.

Torre Monrél Sauvaterre

Ni por la señorial Bayona ni por la monumental Perpignan. Tampoco por  la milagrosa Lourdes. Ni tan siquiera por la fortificada Foix. Existe una quinta vía para entrar a Francia desde España. Recorre la Aragón esquiadora, con Jaca y Candanchú como hitos en el camino.  Adentrándonos en territorio francés desde España por el túnel de Somport, atravesamos las atalayas de Urdos o Bedous, proseguimos alrededor de unos setenta kilómetros, y, ya virando hacia la costa atlántica, alcanzamos Olorón.

Desde allí apenas nos restan 20 minutos para desembocar en el singular remanso de paz garcilasiano del río Béarn, un espacio perfecto para sumergirse en su fructífera historia, en particular la que representan cuatro de sus municipios: Orthez, Sauveterre, Navarrenx y Salies. Geográficamente, si miramos detenidamente el mapa, configuran un cuadrado casi perfecto.

Gastón VII y la torre de Moncada

Empezamos por Orthez, la ciudad más populosa de la zona. Conocida a nivel internacional por el equipo de baloncesto al que da nombre junto a la cercana Pau, cuenta con un personaje que resalta y cuya biografía va unida a la de su localidad. Se trata de Gastón VII de Moncada, que ordenó la construcción del denominado Puente Viejo, que data del siglo XIII y que, como principal peculiaridad además de su antigüedad, destaca por el torreón adosado.

El otro gran emblema autóctono lo constituye el castillo (también de la época de Gastón VII), o, más bien, sus restos, principalmente la torre de Moncada. Más que por su tamaño, que tampoco desmerece, sobresale por su imponente foso, prácticamente inexpugnable. Preciosa localidad para deambular por sus puentes (desde el nuevo se aprecia mejor el viejo que transitando por este último) y para contemplar el citado río Béarn.

Continuando ese recorrido pausado que nos hemos propuesto, nos dirigimos a la menos poblada Sauveterre, a una veintena de kilómetros (más o menos la distancia que separa a cada uno de estos municipios de los otros). Dispone de baluartes específicos, incomparables.

Puente de la Leyenda

Por un lado, el bautizado como Puente de la Leyenda, obra igualmente del afamado Gastón VII. La historia a la que se refiere la denominación del puente data de 1170. En aquel año la reina Sancie fue sometida al conocido como Juicio de Dios. Es decir, la lanzaban al río atada de pies y manos y, si sobrevivía, demostraba su inocencia. Si se ahogaba -lo más lógico- se confirmaba la acusación de sus enemigos, en este caso de asesinato.

La historia tiene un final feliz para la reina. Flotó y se deslizó hacia la orilla. Superó el juicio ante la aclamación de los 3.000 vecinos congregados. Para recordarla emergen los restos bastante elocuentes del puente, ya que la construcción original fue asolada por una crecida del omnipresente río.

La casa fortificada, la puerta de Lester, el antiguo arsenal, la iglesia de San Pedro o la imponente torre de Monréal -denominada así por el apellido de la familia que, en el siglo XIX, asumió su reconstrucción- se alzan también como referentes de su rico pasado histórico. Todas estas edificaciones o sus vestigios reposan en un área de apenas medio kilómetro. Un tranquilo paseo, en la línea de todo el recorrido que hemos trazado, acunado por el runrún del Béarn.

La muralla que circunda Navarrenx

Siguiente etapa: Navarrenx, con su imponente entorno amurallado (levantado en el siglo XVI) que circunda el casco urbano. Ha conseguido ser incluida en el selecto club de los municipios más bellos de Francia. Conserva la de San Antonio de las dos puertas originales de su fortificación. El laberinto de túneles subterráneos bajo sus muros sobresale como otro de sus encantos, al igual que la iglesia de San Germain o el puente del siglo XIII. Cada tramo de la muralla cuenta con sus singularidades.

Los alrededor de 11.000 peregrinos del Camino de Santiago que transitan cada año por este municipio callejean por sus tres calles centrales y, además de contemplar sus encantos seculares, también se fijan fácilmente en los comercios. En el escaparate de bastantes de ellos resalta una caricatura del rostro del propietario profiriendo una frase sobre la especialidad que ofrece el local para atraer al hipotético cliente. Población agradable. Sentarse al mediodía en alguna de las terrazas de sus cafeterías permite paladear su ambiente histórico y, por supuesto, percibir el discurrir del río Béarn.

Como cuarto y último municipio de esta sosegada ruta pirenáica francesa emerge Salies, cuyo nombre, como puede presuponerse, proviene de la pujanza de la sal en el pasado económico de la población. Sus calles peatonales, sus puentes floridos, casonas (la Maison Bourg entre ellas) o la fontaine du sanglier, también merecen un distendido paseo al atardecer para rematar la jornada por los aledaños del río Béarn.

 



via Fuente

Entradas populares de este blog

Mariana Flores Melo - No te hagas fotos en el nuevo barrio de Nueva York: sus dueños tienen los derechos sobre cualquier imagen

Mariana Flores Melo - 10 balnearios al aire libre en España

Mariana Flores Melo - Los balnearios al aire libre más bonitos de España con aguas termales para mimar a tu cuerpo